ReCUA: Red Caribeña de Urbanismo y Arquitectura

Arq. Elsa Taveras
Arq. Marcos Barinas
Arq. Melisa Vargas

@conde_parquecolon

ReCUA es una oficina de arquitectura, planificación y diseño urbano con sede en República Dominicana. Durante 20 años de práctica profesional, se ha enfocado en establecer una profunda conexión con el lugar, la cultura y los ecosistemas naturales. Como parte de su metodología, realiza investigaciones para organismos internacionales y diversas instituciones gubernamentales, además de gestionar alianzas público-privadas para crear nuevos espacios urbanos.

Las historias son fragmentos contados por quienes las vivieron, y la imaginación es la que da vida a esas narrativas. Durante décadas, la calle del Conde se ha erigido como un referente crucial de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. A lo largo del siglo XX, se consideró la principal vía comercial de la República Dominicana, pero no siempre fue así. La historia nos revela que el tramo que va de la calle Las Damas hasta la calle Hostos marcó el comienzo de lo que hoy se considera un emblema de la ciudad. Antes de su renacimiento, el centro comercial de Santo Domingo se hallaba en el puerto y las Atarazanas. Más tarde, la calle Isabel La Católica llegó a compartir ese estatus. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIX, la calle El Conde era cívica hasta la Arzobispo Meriño y residencial hasta la calle José Reyes. Más allá de esos límites, hasta la Puerta de El Conde, se extendía un área informal, perteneciente a un barrio periférico llamado el Navarijo. Este barrio, a su vez, estaba íntimamente vinculado a la entrada de la ciudad, donde convergen los caminos del norte y del sur que unían Santo Domingo con el resto del país. En esos cruces de vida y comercio, se gestaban las historias que, con el tiempo, darían forma a la identidad de una ciudad vibrante y llena de matices.

En la década de 1920 a 1930, los personajes que habitaban la calle del Conde empezaron a notar cómo la ciudad de Santo Domingo asumió un perfil moderno. En este escenario de cambios, los primeros edificios en altura comenzaban a erguirse, reflejando la llegada de nuevas tecnologías y el uso de un material innovador: el hormigón armado. El Edificio de la Ópera se alzó como un símbolo de este nuevo tiempo, considerado la primera tienda por departamentos del país. Bajo la visión del ingeniero y arquitecto Benigno de Trueba, se construyeron otros edificios emblemáticos. El Edificio Cerame, levantado en 1923, fue seguido por el Edificio Baquero en 1927, y luego llegó el edificio Diez, terminado en 1928. Finalmente, en 1930, se completó el Edificio Olalla. Estos edificios no sólo transformaron el horizonte de la ciudad; se convirtieron en puntos de encuentro y referencia en el mapa de historias entrelazadas. En cada rincón, las narrativas de sus habitantes comenzaron a fusionarse con la modernidad que se desplegaba ante sus ojos.

Y así, cuando la visión de la ciudad se estaba ajustando, llegó el Ciclón de San Zenón, que apenas dejó en pie las edificaciones de la calle El Conde. Este desastre provocó un renovado proceso de construcción, dando paso a nuevos diseños arquitectónicos, en su mayoría de corte moderno o art déco. La Casa Plavime, construida por Leo Pou Ricart y José Antonio Caro Álvarez en 1936, fue una de las primeras joyas en surgir. El edificio Copello, diseñado por el arquitecto Guillermo González en 1939, se alzó como un símbolo del renacimiento, seguido por el edificio Saviñón en 1942, obra de la arquitecta Gloria Iglesias Molina y su hermano Octavio. En los primeros años de la década de 1960, el edificio CHM emergió, diseñado por William Reid y Nani Reyes, quienes también se encargaron del Hotel Comercial. A estos se sumaron el edificio López Ramos, ejecutado por los hermanos Beltrán, y el edificio Rodríguez, obra de José Antonio Caro. Otros como el Edificio Jaar, de Reid y Reyes, y el Edificio Roxy de Cuqui Batista, completaron el catálogo de patrimonio moderno dominicano entre 1920 y 1960, imprescindibles en la historia del Conde.

Con este cambio, lleno de nuevo movimiento, comenzaron a suceder acontecimientos que marcarían la relevancia de la calle como espacio icónico de la resistencia dominicana. La defensa de la ciudad por el mismo Conde Peñalba se entrelaza con encuentros estratégicos de refugiados españoles que conspiraban contra el fascismo. Discursos emblemáticos iniciaron una nueva dimensión de la política local, impulsando la lucha por sostener la soberanía nacional tras 30 años de tiranía. El Conde se convirtió, en este período, en el eje del gobierno constitucional, con el edificio Copello como sede. Una vez culminada la gesta patriótica, El Conde adquirió un carácter transformador, testigo de profundas transformaciones sociales. Nuevos negocios comenzaron a surgir, cambiando el panorama profesional y comercial de la República Dominicana. Así, la calle El Conde se estableció como la cuna de las industrias creativas del país, gestando una nueva realidad mercadológica y tecnológica que marcaría el rumbo del futuro.

Fue en 1987 cuando la percepción de la calle El Conde comenzó a transformarse, dejando atrás su imagen de destino exclusivo para uso comercial. El Ayuntamiento tomó la decisión de convertir en peatonal el segmento que va desde la calle Palo Hincado hasta la Arzobispo Meriño, creando un nuevo espacio donde la vida urbana podía florecer. Con el paso del tiempo, quienes caminaban por estas calles compartían historias de cómo tres viviendas en el tramo que va desde la Isabel la Católica hasta la Escalera de Conde fueron cuidadosamente restauradas y adaptadas para uso comercial. A medida que los adoquines de concreto comenzaban a pavimentar la calle, la Oficina de Patrimonio Cultural, recién formada, se encargó de este ambicioso proyecto, dando nueva vida a la zona. Estas intervenciones no sólo transformaron el paisaje, sino que también coincidieron con un momento histórico. El 8 de diciembre de 1991, se inició el proceso que llevaría a la nominación y eventual declaración del casco colonial de Santo Domingo como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. La calle El Conde, revitalizada y llena de movimiento, energía como un símbolo de la historia y la cultura de la ciudad, invitando a todos a ser parte de su rica narrativa.

 

DIAGNÓSTICO 

Sin embargo, en los últimos 20 años, la calle El Conde ha experimentado un deterioro progresivo de su valor comercial y referencial, a medida que la ciudad se ha expandido y otros espacios comerciales han ganado atractivo para la ciudadanía. En este fragmento de su historia, la presencia de residentes se ha reducido a tan solo 220 habitantes, con solo el 47% de las unidades de vivienda ocupadas. Los grandes espacios comerciales han sido sustituidos por unidades más pequeñas y de inferior calidad, dejando un 25% de los locales abandonados. Esta situación ha propiciado un incremento en la venta informal, aprovechándose de las fachadas desatendidas

La infraestructura sanitaria, eléctrica, la pavimentación y el mobiliario urbano muestran un deterioro significativo, especialmente en el lado oeste de El Conde, que se ha convertido en un espacio subutilizado. En contraste, el lado este está sobrecargado y presenta problemas sociales y actividades inadecuadas, restándole atractivo a su valor histórico.

Estudios sobre temperatura, asoleamiento, riesgo climático y patrimonio confirman la urgencia de una intervención. Ante esto, una consultoría implementó una estrategia urbana participativa, que incluyó estudios técnicos, censos, entrevistas y actividades comunitarias siguiendo la metodología de placemaking. La historia de El Conde busca renacer, con la comunidad como protagonista en su transformación. 





PROPUESTA

La historia apenas comienza con este proyecto para la Rehabilitación Urbana de la Calle El Conde, donde se propone crear un espacio que se sustente en el valor patrimonial comunal que El Conde ha mantenido en la memoria de los ciudadanos de la República Dominicana. La intervención busca resaltar los aspectos positivos que hicieron de El Conde el centro empresarial, comercial y social de la ciudad: El Conde como espacio familiar, diverso, resiliente, revolucionario y creativo, un reflejo fiel del espíritu dominicano. Este proyecto no es solo una intervención arquitectónica; es un llamado a la memoria colectiva, un homenaje al pasado y una promesa para el futuro.

La propuesta tiene como objetivo recuperar la habitabilidad del espacio, trayendo de vuelta a los residentes y ofreciendo una oferta comercial moderna. Para ello, se plantea la arborización de sus calles, la implementación de una iluminación contemporánea, y la creación de un sistema de drenaje más sostenible. Además, se fomentarán actividades bajo sombra, se facilitarán soluciones de accesibilidad, y se diseñará un pavimento continuo y resistente en donde quedará grabada la memoria histórica de este lugar, que será, al mismo tiempo, un testimonio del pasado y un puente hacia el porvenir. 

No solo se reorganizarán las fachadas y el uso del suelo, sino que también se propone una normativa que regule el uso del suelo, determine las intervenciones permitidas en las fachadas y establezca reglas para el manejo del espacio público, respetando la esencia del Conde, protegiendo el alma de sus edificios y regulando cada intervención con la mirada puesta en un horizonte más justo y armonioso. 

Por un lado, se trabajará en el eje transversal de la calle Palo Hincado, creando una plataforma única que devolverá la jerarquía al peatón, celebrará este espacio histórico de congregación y lo integrará con el sistema de transporte público eléctrico. Por otro lado, se potenciará la escalinata hacia la avenida Caamaño, haciéndola accesible para personas con discapacidad y facilitando una nueva entrada a la zona monumental de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. 

Este renacimiento se cuenta en capítulos, con cinco sectores que abarcan once tramos de manzanas y que se despliegan como páginas de un libro, cada uno con su propio carácter, cada uno con su historia que contar. 

Sector 01: La Puerta (Navarijo)

Sector 02: La Sala (Crecimiento Moderno)

Sector 03: La Galería (Crecimiento Republicano)

Sector 04: El Patio (Área Monumental)

Sector 05: El Mirador (Río Ozama) 

 

Cada sector tendrá prioridades de uso relacionadas con el carácter de la población, tipo de comercio o valor histórico. En el sector 01, se priorizarán servicios sociales; en los sectores 02 y 03, los usos culturales y comerciales; en el sector 04, se equilibrarán los usos cívicos y comerciales, y el sector 05 priorizará los servicios turísticos, creando un nuevo frente para la ciudad.



Paisajismo Urbano

En términos de paisaje urbano, se asumen cinco estrategias fundamentales:

  1. Techos: crearán espacios sombreados para ventas itinerantes y actividades culturales.
  2. Jardín: acogerán árboles y sistemas de permeabilidad para el manejo de escorrentías pluviales.
  3. Plaza: organizan actividades culturales espontáneas y encuentros sociales.
  4. Líneas límites: facilitarán la circulación de personas con diferentes capacidades.
  5. Líneas de tiempo: celebrarán el crecimiento histórico y la memoria de la calle.

Este proyecto busca devolverle a El Conde su protagonismo, creando un espacio donde la historia, la modernidad y la comunidad se entrelazan, garantizando un futuro sostenible y vibrante para este icónico lugar.

Arborización urbana

 La arborización se vincula al mobiliario urbano y se va desconcentrando a medida que se acerca al área monumental de la Ciudad Colonial.  Los árboles se colocan estratégicamente de manera que no obstruyan la visual a edificaciones patrimoniales y se vinculan a un sistema de drenaje sostenible que circula el agua de lluvia, depositándola en cisternas para luego reutilizarla para riego y limpieza.



Diseño de Iluminación

 Se busca una iluminación contemporánea que no se sustenta solamente en el sistema tradicional de postes.  Los postes, igual que la arborización y el mobiliario disminuyen su frecuencia a medida que se acerca al área monumental, y en esta zona se busca una iluminación desde las fachadas, hacia el espacio urbano desde los techos o iluminación ambiental donde se requiera.  También se ha puesto mucho énfasis en la seguridad peatonal en intersecciones y en concentrar los altos niveles de luz en el primer piso de fachada, para no crear contaminación lumínica en los segundos y terceros niveles incentivando la habitabilidad residencial.

Pavimentación

 El pavimento del Conde se diferenciará del que se usa en el resto de calles priorizadas del área monumental de la Ciudad Colonial de Santo Domingo.  Se busca un pavimento resistente, de fácil limpieza, flexible en modulación, que pueda incorporar inscripciones de memoria histórica y señalización horizontal como pavimentos podotáctiles.  Se propone que el pavimento sea continuo, sin interrupción en las intersecciones, dando prioridad al peatón que circula por la calle El Conde. Se plantea una articulación con el sistema de calles a partir del uso de tonalidades diferentes. 

Mobiliario urbano

El mobiliario será modular y se busca poder reciclar el pavimento existente para usarlo como agregado en su fabricación, reduciendo la huella ecológica de la intervención. Como columna vertebral de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, la Calle El Conde debe convertirse en un referente de wayfinding, por lo que se colocarán tótems de información que ubique espacios y edificaciones importantes del centro histórico con relación al Conde y que también aporten a la educación del transeúnte.  Se colocarán, además, módulos de información especiales para personas con ciertas discapacidades. El mobiliario busca también ser adaptable a las diferentes manifestaciones culturales que ocurren y ocurrirán en la Calle soportando a los creativos e instituciones que utilizan la calle.

Edificaciones especiales

Se propone reconstruir el parqueo de la Jose Reyes como una edificación de uso mixto, con un primer nivel de uso público y abierto a la Calle El Conde y una terraza mirador para eventos especiales.  La fachada se propone como un espacio interactivo que permite tener perspectivas de la calle El Conde nuevas y que funcionen como la tradición de balcones y vitrinas hacia el espacio urbano. Al final de las escalinatas, sobre la avenida Caamaño se propone un ascensor que articule el nivel del río con el nivel superior de la Calle El Conde, generando un nuevo acceso más honorable y accesible al área monumental de la Ciudad Colonial de Santo Domingo.

La revitalización de la Calle El Conde marca el inicio de una nueva etapa en su rica historia, donde pasado y futuro se encuentran en un mismo espacio. Este proyecto busca no solo restaurar su infraestructura, sino devolverle su alma como centro de vida comunitaria y cultural. Con cada intervención, se rescatan las memorias que aún laten bajo sus calles, mientras se proyecta un lugar más inclusivo, accesible y moderno. La comunidad se convierte en el verdadero protagonista, participando activamente en su transformación. El Conde, antes un reflejo del esplendor de la ciudad volverá a ser un referente, no solo por su patrimonio, sino por su capacidad de reinventarse para nuevas generaciones. Así, se construye un puente entre la historia que fue y el futuro que se escribe día a día en sus calles.